Protectores de Asgard
¿Cómo reaccionarías tú si vieras tu mundo derrumbarse?
Birgitta Motet, princesa de Midgard, es consciente como poco a poco su mundo se va derrumbando, primero con la muerte de su madre y después con la amenaza de Hilda Landvik, reina de Undergard, el décimo mundo creado de las entrañas del mal.
Hilda, con su magia oscura quiere conseguir el poder absoluto de todos los reinos. Un viaje por los nueve mundos restantes; Asgard, Vanaheim, Midgard, Svartalfheim, Alfheim, Muspelheim, Jotunheim, Nifelheim y Helheim, con el fin de arrebatar el trono a Odín, Dios de todos los dioses y seres vivientes, como venganza por un pasado que se lo quitó todo; su felicidad, su familia y su vida.
Lo que Hilda no sabe es que hay alguien en los nueve mundos, con un poder especial, capaz de desafiarla. Pero para conseguirlo y sin ser consciente de ello, tendrá que enfrentarse a un pasado que le arrebató su futuro y la encadenó a un presente lleno de oscuridad y tinieblas.
Una historia de dinastías, mundos, magia, venganza y amor que te conducirá a una era desconocida donde luchar será la única salida.
¡Lee el prólogo gratis a continuación!
Ese era su refugio, el nombrado árbol de las tinieblas, ese árbol robusto que se aferraba desde hacía tantos años a sus raíces, igual que su pasado a ella. Todo el mundo temía la oscuridad del bosque, aquella niebla espesa en las noches de invierno de luna llena que a tantos hombres se había llevado cuando vigilaban la fortaleza. Pero Birgitta no le temía, le gustaba subir a sus gruesas ramas y observar a aquellos hombres pelear con el lobo, aquel lobo gris de pelo oscuro y ojos casi rojos como el fuego, desquiciados por la ira ante las amenazas de aquellos que obtendrían una gran recompensa si lograban cortarle la cabeza. Birgitta no entendía la crueldad de aquellos que habitaban al otro lado de las puertas de aquella fortaleza, alzada años atrás con el sudor de sus antepasados.
Cuando quedaban unos pocos, después de la matanza se marchaban, horrorizados por esa bestia, corriendo, temblando y gritando. Ella seguía observando desde lo alto de las ramas, aguantando la respiración, deseando no ser vista y poder seguir adentrándose en ese bosque que consideraba su hogar.
A Birgitta le gustaba el olor que dejaba la niebla al amanecer, le gustaba sentir la hierba mojada en sus pies desnudos, le gustaba correr sin rumbo entre las ramas y plantas de aquel mágico lugar, esquivando las que se interponían en su camino; pero lo que más le gustaba era sentirse libre. Una libertad que le querían arrebatar. Su padre, señor de la gran fortaleza, había decidido que aquel ya no era un lugar seguro para sus aldeanos y que construirían otra fortaleza lejos del lobo gris. Pero ella no estaba dispuesta a abandonar su bosque.
Durante el día, el bosque dejaba de ser el lugar tenebroso que era durante la noche. Su madre siempre le contaba historias sobre las hadas que allí habitaban. Según ella, cada hada llevaba un pedacito de todos los seres queridos de la aldea que la muerte se había llevado. Desde entonces, su objetivo fue encontrarlas para poder verla otra vez. En el fondo de su corazón sabía que existían, pero que no eran como las había descrito su madre, sino que, tal y como contaban las leyendas, eran humanas desterradas a vivir como insectos por haber cometido algún atentado contra la naturaleza. Aun así, deseaba verlas para descubrir la verdad sobre ellas. Y no se iría de allí, aunque se la llevaran a rastras.
Se marchó corriendo, adentrándose en el bosque con lágrimas en los ojos; no tendría que estar allí, tendría que estar haciendo el equipaje. A la mañana siguiente partiría, pero ella se negaba. Decidió que se quedaría en el bosque, sus hadas la protegerían. Mientras se alejaba oyó a su padre gritar su nombre, la estaban buscando. Siguió corriendo, ahora más deprisa, entre las ramas, y allí estaba; su árbol de las tinieblas. Comenzó a trepar por el tronco, la única luz que veía era la de la luna llena y se quedó sentada en su rama favorita. Se percató de que los secuaces de su padre se detuvieron bajo el árbol. Todos sabían que si se quedaban allí aparecería el lobo gris; eran demasiado cobardes para eso y se marcharon. Birgitta los vio desaparecer entre la niebla y decidió bajar. Lo hizo con silencio sepulcral. Sabía que, si hacía el menor ruido, el lobo gris aparecería y le arrancaría la cabeza de un solo mordisco. Miró a ambos lados, ni rastro de la bestia. Empezó a andar muy lentamente, sin dejar de observar a su alrededor. Se repetía una y otra vez que no tenía miedo, que lo mejor era guardar la calma y, sobre todo, no gritar; si hacía falta le haría frente.
Paró en seco. Se encontró con unos ojos rojos como el fuego frente a ella. Birgitta no gritó, no se movió, contuvo la respiración. El lobo gris tampoco se movía, tan solo se observaban. Birgitta recordó una frase que le dijo su madre en su lecho de muerte: «no tengas miedo, pequeña, dentro de la fortaleza estás a salvo; pero si decides salir, ten coraje y hazlo, no te escondas y, sobre todo, no tengas miedo. Cualquier animal huele el miedo, el miedo no existe. Recuerda, nunca bajes la mirada, el temor más grande del hombre es mirar directamente a los ojos». Birgitta decidió hacerlo, miró directamente a los ojos del animal, no apartó la mirada y el lobo tampoco. Era la primera vez que veía que no huía o que no se lanzaba encima de una presa. Birgitta se sentó en el suelo, el lobo gris la seguía mirando, pero no se movía. Recordó que antes de salir de la fortaleza había cogido un trozo de pan. Supuso que el lobo tenía hambre, así que lo sacó y se lo lanzó y antes de tocar el suelo, el lobo se lo tragó. Birgitta sonrió sin moverse y le lanzó otro trozo. Estuvieron jugando así un rato hasta que Birgitta cayó en un sueño profundo. Estaba agotada.
Se despertó por la luz de un rayo de sol que se filtraba a través de las ramas. Miró a su alrededor, ni rastro del lobo gris; después se miró a ella, no tenía ni un rasguño. Antes de que pudiera reaccionar, oyó la voz de su padre detrás de ella. Se giró de golpe y, dos de sus hombres, la agarraron uno por cada brazo. Birgitta comenzó a gritar. No quería marcharse, se negaba a irse de ese lugar. Intentó decirles que el lobo gris no era malo, que solo olía el miedo que aquellos hombres le tenían. De pronto, de entre las ramas, salió el lobo gris abalanzándose encima de los dos hombres que la tenían agarrada. Solo los tiró al suelo, no los mató como había hecho otras veces. Birgitta se escondió detrás del lobo y este, con sus colmillos, amenazó a todo aquel que intentaba acercarse a la muchacha. Su padre, frente a aquella escena lo comprendió todo. Comprendió lo que su mujer le había contado tantas veces cuando su hija era pequeña. Comprendió todas las historias sobre aquel lobo gris. Comprendió que la bestia era más humana que los propios humanos. Vio a su hija abrazar a la enorme bestia y, sin mirar atrás, se montó en su lomo y desaparecieron.
8 Comentarios
Manuel Miguel Garcia Membrilla
Es muy bueno. Me gusta como empieza la historia.
Ester Ribas
Hola Manuel,
muchas gracias por tu comentario, me hace muy feliz ver que lo que escribo realmemte gusta.
Un saludo!
Emilio Mariscal Fernández
Un buen libro para cualquier apasionado de la mitología Vikinga. Entretenido y ameno. Fácil de leer y con muchos detalles de los dioses y fábulas nórdicas. Quizás, por poner algún pero, he echado en falta algún personaje (Thor, Loki, Sif) pero durante la lectura no se nota su ausencia.
Enhorabuena.¡¡¡¡
Ester Ribas
Hola Emilio,
muchas gracias por tu comentario! Es verdad que esos dioses no aparecen, pero son tan conocidos que están muy explotados, por eso decidí no incluirlos, porque quería algo exclusivo. En todo caso, lo tendré en cuenta para la segunda parte.
Un saludo!
Jorge Melchor
Muy ameno e interesante historia, me gusta. Y admiro más su talento para escribir aún cuando es demasiado joven
agradezco toda la información que ha publicado y necesaria para que un libro pueda interesar a una editorial.
Gracias!
Ester R.
Hola Jorge,
muchas gracias, me alegra saber que la información que publico es de ayuda y mis historias te parecen interesantes.
¡Un saludo!
Rubén
Llevo tiempo buscando novelas contemporáneas sobre alguna mitología que no sea la grecorromana (nórdica, otras europeas, americanas, asiáticas, egipcia…) pero no es fácil dar con una que tenga una historia original, unos personajes propios y que ofrezca algo a medio camino entre el entrenamiento y una lección escolar, más cercano a lo primero que a lo segundo.
Por lo pronto me ha gustado mucho el prólogo. Nos vemos en una presentación, Ester. Tengo ganas de leerlo 🙂
Ester R.
Hola Rubén,
muchas gracias por tus palabras, son muy alentadoras. Espero verte pronto en alguna presentación.
Feliz día!