
Cómo las emociones influyen en nuestra manera de escribir
Tengo que confesar que tengo una parte emocional muy fuerte, así como un carácter muy marcado. Y sí, las escenas de guerra, conflictos o batallas que aparecen en Protectores de Asgard fueron escritas en días que yo categorizaría como malos. Eran esos días en los que me sentía molesta por algo o enfadada con el mundo. En cambio, las escenas más «dulces» o «románticas» (tengo que decir que estas últimas escasean un poco, teniendo en cuenta que se trata de una fantasía más bien épica), las escribía en los días en los que me sentía en paz conmigo misma.
Porque sí, las emociones influyen en la manera de escribir de los autores. En lo sanguinarios que podemos llegar a ser o en lo dulces que pueden llegar a sonar nuestros personajes.
Es muy difícil que, en un día en el que estás girado, consigas escribir una escena que podrías categorizar como “bonita”. ¿Que se puede hacer? Por supuesto. Pero no es lo más habitual, ya que escribir es una forma de desahogarnos, y por eso, resulta más fácil escribir según lo que sentimos en ese momento.
¿No has escuchado nunca que los personajes se parecen a veces a gente que conocemos? Porque, al final, aunque escriba fantasía, mi vida, el entorno que me rodea y la forma en que veo y entiendo el mundo se reflejan en mis historias.
Esto también pasa con la música
¿Verdad que cuando tienes ganas de llorar te pones música triste? Pues yo, cuando estoy guerrera, me pongo black metal o viking metal. Metal del duro, para sacar toda la rabia, la ira o la frustración que corre por mis venas. En cambio, cuando debo escribir escenas emotivas, escucho symphonic o opera metal. Metal más suave.
Y esto también podríamos aplicarlo a las películas.
Escribir es un proceso emocional. Los autores vivimos y sentimos como si fuéramos los propios personajes. No podemos olvidar que los hemos creado nosotros. Así que, queramos o no, todos ellos llevan una parte de nosotros.
Yo siempre digo que Hilda Landvik, la villana de mi historia, es mi parte mala, mi parte más egoísta y egocéntrica; y Brigitta Motet, la protagonista, representa mi parte más inocente, mi niña interior dulce que la vida adulta se ha comido. Para qué negarlo, xD.
No tengas miedo, déjate llevar por tus emociones
Escribir, al final, es terapia. Es el lugar donde podemos soltarnos y convertirnos en aquello que queremos ser o nos gustaría ser. Soy consciente de que la magia y la fantasía no existen, aunque me encantaría que formaran parte de la vida real. Pero como la brujería no es real, me gusta pensar que, en mi mundo de fantasía —esos mundos que creo a través de mi imaginación—, sí existe. Y, además, yo decido cómo quiero que sea.
Dejarnos llevar por nuestras emociones a la hora de crear una historia la convierte en algo más real, la humaniza. Facilita que el lector conecte con la trama, que se identifique con los personajes y sienta que forma parte de ella. Por un momento, puede olvidarse de su propia vida y vivir la de otros, llena de magia y fantasía.
Las emociones están para sentirlas y vivirlas. Y eso, sin duda, lo podemos hacer a través de la escritura.
Así que… ¡déjate llevar y siente!

