Consejos para redactar un discurso para eventos especiales
Una de las cosas que más me cuesta escribir son los discursos para eventos especiales y para personas a las que quiero.
Encontrar las palabras adecuadas para hablar sobre un familiar o un amigo, para mí, es mucho más difícil que escribir una novela.
Hace unos meses, mi abuela me pidió que, en la fiesta del 90 cumpleaños de mi abuelo, le escribiera y leyera algo. En ese momento me pareció súper bonito y una idea fantástica, pero, al cabo de unas semanas, cuando me puse a ello, la idea ya no me pareció tan maravillosa xD. No sabéis lo que me costó.
Lo mismo me pasó con la boda de uno de mis mejores amigos. En ese caso, no se trataba de hablar de mi abuelo: era hablar de mi mejor amigo y de su pareja, la persona con la que iba a casarse. Y eso todavía es más complicado porque, cuando eres amiga de uno de los dos, significa que a la otra persona la has conocido por él, y, por tanto, no la conoces tanto. Así que, quieras o no, tienes tendencia a hablar más de uno que del otro, y encontrar el equilibrio no es fácil.
El problema no es tanto saber qué decir, sino encontrar las palabras y la medida justa de hasta dónde puedes contar. Hay hechos y sucesos que nos marcan y que no siempre pueden ser mencionados en este tipo de discursos. Encontrar el equilibrio entre lo emocional, lo divertido y lo respetuoso es muy difícil, sobre todo si quieres hacer algo memorable.
¿Qué hago para conseguirlo? Te dejo algunos consejos.
Consejos para redactar discursos emotivos para familiares o amigos
Define qué quieres que la persona recuerde después de escucharte
No se trata de lo que tú quieres decir, sino de lo que quieres dejar.
Pregúntate:
- ¿Qué emoción quiero que le acompañe cuando vuelva a casa?
- ¿Qué frase quiero que se le quede grabada?
Luego, escribe en función de esa huella emocional.
Encuentra el hilo conductor: una metáfora, un concepto o una idea eje
Los discursos memorables no son una suma de anécdotas: tienen un tema. ¿Qué es lo más memorable qué has hecho o compartido con esa persona?
Elige una idea que conecte con quién es esa persona y teje todo alrededor de ella. Eso da cohesión y permite que el final “vuelva al principio” y cierre con fuerza.
Investiga la memoria compartida
No es solo tu relación con el homenajeado:
- Habla con otros cercanos.
- Pide una anécdota que no conozcas.
- Pregunta qué valores le reconocen los demás.
Esa mirada colectiva evita el sesgo personal y ensancha la historia para que todos la sienten propia.
Construye una narrativa, no un currículum emocional
Un buen discurso cuenta un arco:
- Situación → conflicto → revelación → mensaje final.
No enumeres cualidades (“es amable, generoso, divertido…”).
- Muestra, no digas:
La anécdota correcta demuestra quién es esa persona sin explicarlo.
Gestiona la vulnerabilidad con precisión quirúrgica
La emoción funciona si hay verdad, pero la verdad tiene un límite social.
Pregúntate:
- ¿Esta parte pertenece a su intimidad o a su historia pública?
- ¿Esto construye o expone?
La regla es: habla de lo que honra, no de lo que hiere, incluso si va con risa.
Dosifica el humor como un recurso, no como el pilar
El humor abre puertas, pero la emoción las cierra. Haz que la gente ría para que esté receptiva y luego llévala a un lugar donde sentir tenga sentido.
Si solo hay chistes, se olvida; si solo hay lágrimas, se incomoda.
Escribe para ser escuchado, no leído
La oralidad es un arte distinto.
- Usa frases más cortas.
- Repite ideas clave.
- Introduce pausas para que la emoción aterrice.
Si puedes cortar una palabra sin perder fuerza, córtala.
Deja un regalo al final
No una frase ingeniosa: un acto simbólico.
- Una pequeña revelación: algo que la persona no sabía que aprecias.
- Una razón concreta por la que tu vida es mejor gracias a ella.
- Una promesa, un deseo o un reconocimiento.
Eso convierte tu discurso en un recuerdo que se queda.
La clave para escribir un discurso emotivo es pensar en la otra persona, pero también en ti y todo lo que os une.